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Alberto Salas: Tenemos un país tremendamente desconfiado y eso también afecta la inversión y la credibilidad”

Tras dejar el liderazgo del principal gremio empresarial del país, Alberto Salas está abocado a la educación, como Presidente de Inacap, desde donde analiza el presente económico del país y los desafíos en materia de productividad y pensiones.

En marzo de 2015, fue elegido por unanimidad para dirigir por 2 años el camino de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC). Con una vida dedicada al sector minero, donde fue presidente de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), Alberto Salas dejó en marzo pasado el cargo de presidente del gremio que reúne a los principales sectores productivos del país.

Nacido en Paipote, Copiapó, donde desde siempre estuvo ligado a la minería, Salas estudió Ingeniería Civil en Minas en la Universidad de Chile y a poco andar se interesó por el trabajo gremial.

Hoy es parte de varios directorios, entre ellos el de ENAP, donde representa a la Sonami, pero dedica la mayor parte de su tiempo a presidir Inacap, una de las instituciones de educación más grandes de Chile.

“Esta institución, para el empresariado, tiene un rol muy decisivo en nuestro tránsito al desarrollo. Es a través de las personas, de la educación, que podemos lograr pertinencia, podemos lograr articulación y calidad”, explica.

Desde su escritorio en dicho instituto, que ocupa desde diciembre de 2016, Salas reconoce que está preocupado por el magro crecimiento que el país ha experimentado desde hace 4 años.

¿Cuál es la visión que tiene del momento actual de la economía chilena?

El deseo del país, compartido en general, es lograr alguna vez ser un país desarrollado. Eso significa no tener pobreza, y la verdad es que Chile ha avanzado muchísimo en los últimos 30 años.

Hemos tenido un avance notable en términos sociales, económicos, culturales, que se puede resumir en algunas cifras. Pasamos, en las últimas 3 décadas, de un ingreso per cápita del orden de US$4.000 a cerca de US$24.000.

Aumentamos la esperanza de vida de las personas en 10 años, lo que tiene una contraparte en el tema de las pensiones, pero hoy día estamos en rangos similares a los de Estados Unidos.

Pasamos de alrededor de 200 mil estudiantes de educación superior a 1.200.000 y fracción, lo que de verdad un avance notable, y redujimos la pobreza del orden de un 45% al 11% con la nueva medición, o sea, la bajamos a la quinta parte de la población.

¿Cuáles son los desafíos?

Todavía tenemos 2 millones de pobres y 3,8 millones de mujeres que no pueden acceder al mercado del trabajo, pudiendo hacerlo, y para lograr el desarrollo tenemos que incorporar a más mujeres al mercado laboral. Por lo tanto, Chile necesita volver a crecer a tasas altas, y lo que hemos tenido en los últimos años ha sido un crecimiento muy mediocre, muy pobre.

En 2017 vamos a completar 4 años con crecimientos de cerca del 2% y bajo el 2%, y hemos perdido el foco en eso. Paralelamente, hemos tenido unos 3 años y fracción con inversiones nulas, y si no hay inversión no hay crecimiento.

¿Qué tan importante es el crecimiento para el país?

El crecimiento no es un fin en sí mismo. Cuando hay una inversión, cualquiera sea, ocurre de inmediato una demanda de bienes y servicios para ese proyecto y -por lo tanto- se crean nuevas empresas, nuevas fuentes de trabajo, mejores remuneraciones.

Es un círculo virtuoso que significa un mayor crecimiento y mejores resultados económicos, además de un mayor aporte al Fisco vía impuestos. Por lo tanto, el crecimiento es un círculo virtuoso que les sirve a todos y logra mejorar el bienestar de los ciudadanos. Por eso, necesitamos volver a crecer a tasas altas.

Hasta hace poco, Chile era un ejemplo de crecimiento para la región, ¿qué pasó entre medio?

Tuvimos efectos externos, una complicación económica que bajó el precio de los commodities, particularmente del cobre, pero internamente se hicieron muchas reformas, yo pienso que bien intencionadas, pero no se hicieron de buena forma.

Por ejemplo, cuando la Presidenta dijo ‘vamos a hacer una Reforma Educacional’, yo creo que todo el mundo está de acuerdo en que tenemos que tener la mejor educación, de mejor calidad, con igualdad de oportunidades para todos, y dijo ‘y eso va a ser un gasto permanente y necesitamos ingresos permanentes y por lo tanto vamos a hacer una Reforma Tributaria’.

Los empresarios no nos opusimos a eso, pero hicieron una Reforma Tributaria mal hecha, que después de aprobada hubo que hacer tantas aclaraciones que en hojas eran 10 veces más que la propia ley y finalmente hubo que hacer una nueva ley para corregir eso.

La Reforma Laboral fue una reforma político-sindical para dar artificialmente más poder a los sindicatos, cuando lo que nosotros necesitamos en las empresas es más equilibrio. El mismo anuncio de una Reforma a la Constitución, todo eso genera más incertidumbre y la incertidumbre significa más riesgo y más riesgo significa que los proyectos tienen menos rentabilidad y empiezan a disminuir.

¿El problema no es la crisis económica entonces?

Nosotros no tenemos crisis económica, estamos creciendo, poco o mediocre, pero estamos creciendo. El tema es la confianza. Hoy día tenemos un país tremendamente desconfiado y eso también afecta la inversión y la credibilidad, de lo cual somos todos responsables.

Los empresarios también hemos tenido situaciones que condenamos oportunamente, que no amparamos y que nunca vamos a amparar, como temas de colusión, pero que afectan a la fe pública, a la confianza y -por lo tanto- aquí hay responsabilidades compartidas. Y para eso tenemos que partir ahora, no hay que esperar las elecciones presidenciales a fin de año sino que hay que trabajar, cada uno desde sus responsabilidades, en mejorar la confianza.

La CPC presentó a fines del año pasado una serie de propuestas para mejorar el sistema de pensiones. ¿Cuál es su diagnóstico?

Hubo una explosión social muy importante respecto a que las pensiones estaban resultando muy insuficientes. Chile tiene un sistema que es mixto y que se sustenta en 3 pilares: uno solidario, uno obligatorio y uno voluntario. Yo diría que es un sistema de capitalización individual que ha sido exitoso en lo global.

Se ha juntado un fondo de alrededor de US$170 mil millones que nos ha permitido mejorar y dar estabilidad al sistema financiero del país. Chile tiene posibilidad de financiar todo lo que sea de largo plazo, que otros países no la tienen.

Ahora, ¿qué es lo que ocurre?, que el sistema está pensado para cotizar siempre, durante toda la vida laboral, por 20 o 30 años, y lo que ocurre cuando muestran casos de pensiones muy bajas es que, o ha trabajado poco, o tiene muchas lagunas, o no ha impuesto sobre lo que realmente ganaba. Pero si usted mira todo ese fondo acumulado, más de un 70% es por rentabilidad de las inversiones, o sea, es exitoso: si usted ha colocado $3 y tiene $10 es porque el sistema funciona.

¿Cómo se resuelven los problemas del sistema?

Lo que hay que hacer es muy simple. Lo dijo Benjamín Franklin en el siglo XVIII: ‘la base de la riqueza es el trabajo y el ahorro’, entonces hay que trabajar más años y hay que ahorrar más, pues el 10% es insuficiente.

Nosotros hicimos una comisión de pensiones con participación de expertos de todos los sectores, que hizo una propuesta muy sólida, que es elevar el pilar obligatorio al 16%, 3% de cargo al empleador y si el trabajador pone $1, el empleador está obligado a darle $2 más. Igualar la edad de jubilación de la mujer de los 60 años a los 65 años de los hombres, y luego eso hay que subirlo a los 67 años para ambos.

A lo mejor, antes uno decía que a los 60 ya está bien jubilar, pero la verdad es que hoy día una persona a los 65 o 70 años está plena para seguir aportando.

Hay otros detalles técnicos del tema de fácil resolución, como que si hay una mayor esperanza de vida hay que ahorrar más y trabajar más. El tema es más político, quién dice ‘ok, hagamos esto’. El gobierno ya dijo que no iba a subir los años de jubilación, pero hay que hacerlo.

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