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Elías Figueroa: El eterno dueño del área

Hablar de este connotado futbolista es como hacerlo del vino chileno; se trata de una marca nacional de exportación. Aclamado por todo un país, que históricamente se ha identificado con sus luchas y triunfos, hoy -lejos de las canchas- se ha abierto espacio como exportador de vinos a un mercado de 200 millones de personas, cree que es el momento de llevar lo mejor de Chile al mundo.

Por Virginia Lira Videla

Es medio día en punto en Reñaca y Elías Figueroa, junto a su hijo Ricardo y a un amigo, se encuentran instalados en la terraza del café KaffeKluntsh, mientras esperan mi llegada. Varios de los clientes del lugar lo saludan y se le acercan muy afectuosos. El responde con el carisma que siempre lo ha caracterizado.

“Don Elías” es un hombre corpulento, de 1,85 mts. de estatura y en buen estado físico, por eso cuesta creer que hasta los 6 años, el mejor jugador de fútbol chileno de todos los tiempos, era un niño débil y enfermizo, que debió luchar contra la difteria que atacaba sus amígdalas, paralizaba su cuerpo y que le provocaba problemas al miocardio.

El porteño de 69 años asegura que decidió revertir su diagnóstico médico, para lo cual ejercitó cada noche de manera incansable, obligando a su cuerpo a obedecerle y superando todas sus limitaciones.

Así, a los 15 años logró ingresar al equipo Wanderers, de Valparaíso. Allí le asignaron el puesto con el cual jugaría durante toda su carrera, pero que confiesa nunca le gustó. Así quedó sellado su destino y en esta posición fue elegido 3 años consecutivos (1974, 1975 y 1976) como el mejor futbolista de América.

Recién ingresaba a la selección chilena juvenil cuando debió marcar por primera vez a los más grandes: Pelé, Garrincha y Didí en el Mundial del ´62. Ese año fue prestado a La Calera y allí tuvo un desempeño brillante. Fue cuando nació su apodo “Don Elías”, pues cuando consiguió el triunfo para su equipo frente a Colo-Colo en el Estadio Nacional, el locutor radial Hernán Solís gritó: “Estamos frente a un muchacho de 17 años que juega como un crack maduro. Desde hoy, yo no puedo más que llamarlo: Don, Don Elías Figueroa”. Mientras comparte este recuerdo, el ídolo se ríe, pues confiesa que mientras jugaba en Brasil muchos creían que su primer nombre era “DON”.

Un crack iluminado

Su esfuerzo y la entrega que puso en lo que hacía comenzaron a dar valiosos frutos. Cuando regresó a su equipo Wanderers, ya era una figura nacional y se ganó un merecido cupo para participar en el mundial de Inglaterra ´66.

Con todos los ojos de América puestos en él, un club de los grandes reconoció su talento. Así fue como se fichó en Peñarol de Uruguay, con tan solo 17 años. Y como viviría una larga temporada fuera del país, tomó otra gran decisión: se casó con quien sigue siendo su compañera de vida, Marcela Küpfer.

El paso siguiente fue optar por un equipo brasileño; el Internacional de Porto Alegre. “Era una época en que el fútbol de los ídolos se jugaba en Sudamérica, no en Europa. El dinero no era tan exorbitante como lo es hoy, pues eran otros tiempos, pero en algún momento la prensa me llamó “el hombre del millón de dólares”, porque mi pase costó US$30 mil mensuales”, afirma Elías Figueroa.

Su contratación demostró ser un gran acierto, pues en 1975 su nuevo equipo obtuvo el título de campeón y de paso, el chileno se convirtió en una leyenda del fútbol sudamericano.

Pero sin dudas, su momento mágico llegó cuando se disputaba  la final del campeonato brasileño y Elías Figueroa anotó un perfecto gol de cabeza. En ese momento, el cielo nublado abrió un espacio de luz, la que se posó sobre el jugador. Fue el “gol iluminado”, que lo consagró en Brasil como una figura al mismo nivel de Pelé.

El revuelo de su éxito empezó a levantar un mito divino en torno a su figura y las mujeres fueron su primer problema. Se transformó en un sex symbol latino y eran muchas las que lo acosaban donde fuese. Otras le rogaban que tocara a sus hijos para sanarlos de alguna enfermedad o para traspasarles su talento futbolístico.

Para limitar este asedio, contrataron guardaespaldas que lo acompañaban tanto a él como a su familia. Hasta ahí, todo manejable. Sin embargo, surgieron amenazas de secuestro que lo trajeron de vuelta a Chile. Cuando regresó, jugó para Palestino, estuvo en Fort Lauderdale Strikers de Estados Unidos una temporada y terminó su carrera profesional en 1983, en Colo-Colo.

Chilean love

Cuando dejó el fútbol profesional a los 38 años, Elías obtuvo el título de periodista y cursó algunos años de derecho. Pero además, comenzó a levantar iniciativas de responsabilidad pública muy potentes como lo son el utilizar el fútbol como un incentivo de cambio social, a través de la Corporación Gol Iluminado.

Como su presidente, impulsó el Campeonato Nacional de Fútbol de los Pueblos Originarios, actividad que le valió el reconocimiento de la Fundación “Peace and Sport”, del Príncipe Alberto II de Mónaco como el evento deportivo del año.

“Tener la posibilidad de conocer a estas etnias, trabajar con ANPO y CONADI, y contar con el apoyo del Ministro Heraldo Muñoz, han sido experiencias muy enriquecedoras.

Además, tenemos escuelas de fútbol donde trabajo con niños y también con personas de la tercera edad. Aquí mi experiencia como coach motivacional contribuye a demostrar que con perseverancia todo se puede lograr”, comenta Elías.

Nace el degustador

Elías es un hombre multifacético y sus inquietudes personales lo llevaron a investigar el mundo del vino y en 1999, comenzó a producirlos en el Valle del Maipo. Apoyado por su hijo Ricardo, decidieron llevar esta apuesta a Brasil, un país consumidor de cerveza pero que les ofrecía la posibilidad de ingresar a un mercado de 200 millones de personas, donde su figura era muy conocida y querida.

Elias Figueroa

“Entrar a este rubro fue un gran desafío porque debimos aprender mucho. Nunca he sido un gran bebedor, pero me encanta descubrir las diferencias entre las cepas, los aromas y toda la mística que rodea la actividad del vino en Chile”, afirma don Elías.

Consolidado este negocio, iniciaron una etapa de introducción a nuevos mercados, entre ellos Japón y claramente el chileno.

Sin duda, la pasión es un motor central en su vida, que le ha presentado siempre nuevos desafíos, los que acepta con gran entusiasmo. Este hombre carismático asegura que hoy vive entre el trabajo y su familia, pero que sigue siendo el “dueño del área” en todos los aspectos de su vida.

 

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