miércoles , octubre 26 2022

La inversión y las expectativas futuras

Por Lorena Palomeque, Investigadora en Centro de Estudios en Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo.

Durante el 2016, la actividad eco­nómica en Chile fue de más a menos, creciendo tan solo 1,6% con respecto al año anterior. A nivel desagregado, fue el consumo de los hogares el que impulsó la demanda inter­na. Sin embargo, y en contraste, la inver­sión se contrajo.

Dos de los determinantes más conocidos de la inversión son los ingresos y los cos­tos. Sin embargo, hay un tercer factor que también vale la pena resaltar, y son las ex­pectativas futuras.

En cuanto a los ingresos, está comproba­do que en episodios de desaceleración y baja generación de ingresos, la tasa de in­versión en una economía estará determi­nada en gran parte por la tasa de variación de su producto nacional, por lo que una actividad lenta y débil, estará relacionada a tasas bajas de inversión. Respecto de los costos de capital, éstos también se consideran elementos esenciales de la inversión, debido, por ejemplo, a que las tasas de interés de créditos otorgados por instituciones financieras pueden llegar a ser un elemento clave para el desarrollo de una actividad económica específica.

A pesar de que estos 2 primeros determi­nantes son los más debatidos en el análi­sis económico y político en general, me gustaría centrarme también en el tercero: las expectativas futuras. ¿Por qué algo no tangible, como son las percepciones, pue­de llegar a ser un determinante esencial detrás de una decisión relevante? ¿Puede el miedo, el pesimismo o la desconfianza pesar más o igual que un factor tangible?

En el caso de la inversión, esto puede ser cierto más veces de las que uno creería, ya que detrás de una decisión de inversión; la confianza de los empresarios y la percep­ción que tengan respecto a su negocio y a la situación de la economía en general, podrían ser los gatillantes finales para un cambio de tendencia y la recuperación de la confianza al momento de volver a arries­gar capital, con la esperanza de recuperar los costos implícitos en el desarrollo de su actividad económica. Es decir, en la me­dida que los inversionistas y empresarios esperen y confíen en una recuperación efectiva de la actividad económica, podría­mos ver nuevos vientos en la senda de cre­cimiento de la inversión en el país

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